El Modernismo se desarrolla durante la Belle Epoque (1890-1910) y fusiona diseño y funcionalidad, arte y vida, potenciando la estética. Sus principales características son líneas orgánicas con inspiración vegetal, integración de elementos de la naturaleza y predominancia de imágenes femeninas; formas redondeadas y asimétricas, tipografías muy adornadas, y trazos curvos y relajados que abogan por la libertad de creación frente a la industrialización y que envuelven el elemento central. Predominan los colores planos. Este estilo, sin duda, potencia el sentido decorativo del diseño gráfico, la sensualidad y lo exótico.